Abiertos de Lunes a Domingo desde las 6:00 hasta las 00:00

Encontrar el equilibrio adecuado entre la duración de cada sesión y la frecuencia semanal de entrenamiento es esencial para maximizar los resultados y minimizar el riesgo de lesiones. A continuación, presentamos pautas basadas en evidencias científicas para estructurar tu rutina de forma eficaz.

1. Duración ideal por sesión
La mayoría de las revisiones bibliográficas coinciden en que una sesión de 45 a 60 minutos es suficiente para incluir calentamiento, parte principal y vuelta a la calma sin caer en fatiga excesiva[1]. Sesiones más cortas (20–30 min) pueden ser igualmente efectivas si se emplea entrenamiento de alta intensidad (HIIT), siempre que incluyan intervalos de esfuerzo y recuperación adecuados[2]. Por otro lado, entrenar más de 90 minutos de forma regular se asocia con mayor riesgo de sobreentrenamiento, fatiga crónica y efectos contraproducentes sobre el sistema inmunitario[3].

2. Frecuencia semanal recomendada
Para aficionados y deportistas recreativos, 3–5 sesiones semanales permiten una progresión sostenida sin comprometer la recuperación[1]. El American College of Sports Medicine (ACSM) recomienda acumular al menos 150 minutos semanales de actividad moderada o 75 minutos de vigorosa, repartidos en mínimo 3 días[4]. Alternar grupos musculares (por ejemplo: torso, piernas y core) facilita la recuperación local y reduce el riesgo de fatiga muscular acumulada.

3. Adaptación a nivel y objetivo

  • Principiantes: 3 días de entrenamiento “full body” de 45 min, centrados en patrones básicos de movimiento y trabajo de técnica[5].

  • Intermedios: 4 sesiones divididas (por ejemplo, torso/pierna), 60 min cada una, combinando fuerza y resistencia.

  • Avanzados: 5–6 días con divisiones específicas (push/pull/legs, glúteo-femoral, etc.) y 60–75 min por sesión para un enfoque más focalizado.

  • Resistencia cardiovascular: añadir 1–2 sesiones de cardio ligero (20–30 min) o HIIT moderado en días de recuperación activa.

4. Progresión y recuperación
Una progresión del 10 % en volumen (duración o cargas) cada 2–3 semanas es aconsejable para evitar estancamientos y lesiones[6]. Asimismo, incorporar 1–2 días de recuperación activa (yoga, movilidad, caminata) mejora la adaptación neuromuscular y reduce dolores musculares de aparición tardía.

5. Factores clave: sueño y nutrición
El descanso nocturno (7–9 h) y una ingesta adecuada de macronutrientes (especialmente proteínas: 1,6–2,2 g/kg de peso/día) son pilares para la síntesis de tejido muscular y la restauración de los niveles energéticos[7][8].


Referencias bibliográficas

  1. American College of Sports Medicine. ACSM’s Guidelines for Exercise Testing and Prescription, 10th ed.; Lippincott Williams & Wilkins: Philadelphia, PA, 2018.

  2. Boutcher, S. H. High-intensity intermittent exercise and fat loss. Journal of Obesity 2011, 2011, 868305.

  3. Meeusen, R.; et al. Prevention, diagnosis and treatment of the overtraining syndrome. European Journal of Sport Science 2013, 13(1), 1–24.

  4. Garber, C. E.; et al. Quantity and Quality of Exercise for Developing and Maintaining Cardiorespiratory, Musculoskeletal, and Neuromotor Fitness in Apparently Healthy Adults. Medicine & Science in Sports & Exercise 2011, 43(7), 1334–1359.

  5. Rhea, M. R.; et al. A comparison of linear and daily undulating periodized programs with equated volume and intensity for local muscular endurance. Journal of Strength and Conditioning Research 2002, 16(2), 250–255.

  6. American College of Sports Medicine. Progression Models in Resistance Training for Healthy Adults. Medicine & Science in Sports & Exercise 2009, 41(3), 687–708.

  7. Dattilo, M.; et al. Sleep and muscle recovery: Endocrinological and molecular basis for a new and promising hypothesis. Medical Hypotheses 2011, 77(2), 220–222.

  8. Phillips, S. M.; Van Loon, L. J. C. Dietary protein for athletes: from requirements to optimum adaptation. Journal of Sports Sciences 2011, 29(S1), S29–S38.